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sábado, 7 de febrero de 2009

Políticos liberados piden a Uribe acordar el canje con las FARC

Colombia

Piedad Córdoba exige al gobierno colombiano decir públicamente si está dispuesto a negociar con la insurgencia
Relata ex cautivo que 11 legisladores fueron abatidos por el grupo armado

Jorge Enrique Botero* (Especial para La Jornada)

En la grafica, encuentro del ex diputado Sigifredo López con uno de sus hijos, en Cali, tras ser liberado por las FARC. Lo acompaña la senadora de oposición Piedad Córdoba Foto: Reuters

Cali, Colombia, 5 de febrero. Entre los acordes de la música salsa, la algarabía popular y el festejo en las calles de esta ciudad del suroccidente colombiano, recuperó hoy su libertad el ex diputado Sigifredo López, quien permaneció más de seis años en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El regreso de López a la libertad fue el último capítulo de una serie de liberaciones unilaterales de rehenes por parte de las FARC, que habían anunciado su decisión en diciembre pasado mediante un comunicado.
Antes del ex legislador, fueron devueltos a sus familias cuatro miembros de la fuerza pública –el pasado domingo– y el ex gobernador del departamento del Meta, Alan Jara, hace dos días.

Las liberaciones mantuvieron literalmente paralizado al país, que siguió por radio y televisión cada paso de este proceso, al frente del cual estuvo la senadora opositora Piedad Córdoba, a quien las FARC confiaron la labor de facilitación.

La logística de las entregas de rehenes estuvo a cargo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), así como de un equipo de pilotos y técnicos de la aviación del ejército brasileño que puso dos helicópteros a disposición de la misión humanitaria.

Las liberaciones no estuvieron exentas de momentos de enorme dramatismo, especialmente cuando se conoció que el gobierno colombiano había lanzado una operación aérea de gran magnitud sobre la zona donde se harían las primeras entregas, el domingo pasado.
Este periodista fue testigo directo de los sobrevuelos constantes que realizaron al menos tres aeronaves oficiales y que por poco dan al traste con la misión humanitaria.

Tras una rápida y enérgica acción de la senadora Córdoba, el gobierno, a través del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, reconoció que algunos aviones militares merodeaban la zona, al tiempo que ordenaba su regreso a la base militar de Tres Esquinas, cercana al área de las entregas. Un par de horas después, en medio de gran tensión, la guerrilla entregó a los primeros cuatro rehenes.

La denuncia pública de estos sucesos, hecha por los miembros del movimiento Colombianos por la Paz, que acompañaban a la legisladora, provocó una airada reacción del presidente Álvaro Uribe, quien anunció su decisión de interrumpir la participación de Córdoba y de todos sus acompañantes en el proceso.
El lunes, ante la presión de los familiares de las personas que quedaban por liberar, así como de sectores políticos y de la mayoría de la población, así como del Comité Internacional de la Cruz Roja, el gobierno tuvo que revertir su decisión y aceptar que Piedad Córdoba continuara su misión.

Fue así como el martes 3 de febrero regresó a la libertad Alan Jara, tras siete años y medio de cautiverio. Una vez en libertad, en la ciudad de Villavicencio, Jara lanzó duras acusaciones contra el presidente Uribe. “Debo decir que en seis años y medio de gobierno, Uribe no hizo nada por nuestra libertad”.
El ex gobernador también señaló que por momentos sentía que el mundo estaba al revés. “Mis captores, los mismos que me habían secuestrado, terminaron dedicados a salvarme de los bombardeos del gobierno”, ironizó Jara.

Haciendo gala de un humor cargado de sarcasmos, Jara contó detalles de su prolongado cautiverio en la selva, bromeó sobre la cotidianeidad en la selva y subrayó que no recibió tratos crueles o inhumanos. “Ellos nos daban lo que podían en la duras condiciones de la selva”, dijo al referirse a sus captores.
Rodeado de su esposa, Claudia, y de su hijo adolescente, Alan Felipe, Jara dijo que trabajaría sin descanso para conseguir un intercambio humanitario de prisioneros entre el gobierno y la insurgencia. “Ya descansé siete años y medio, ahora vengo a trabajar por el intercambio”, exclamó en una rueda de prensa minutos después de llegar a su ciudad natal.

Las duras críticas a Uribe y a su política guerrerista no impidieron que en horas de la noche el presidente colombiano se hiciera presente en la residencia del ex gobernador, donde aún permanecían los adornos navideños con los que sus familiares lo habían esperado en diciembre.
Una hora y veinte minutos duró la reunión Uribe-Jara, al cabo de la cual el mandatario dio un agitada rueda de prensa en la que acusó a varios periodistas –entre ellos el que escribe– de ser “publicistas del terrorismo” y “exaltadores de la guerrilla”. Uribe evitó referirse a las duras críticas que le había lanzado horas antes el recién liberado.

Sin embargo, funcionarios gubernamentales sugirieron el miércoles que Jara sufría una especie de Síndrome de Estocolmo (afinidad de la víctima con el victimario) y que habría que esperar a que bajaran los exaltados ánimos del ex gobernador.
Tras la liberación de Jara, los helicópteros enviados por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva surcaron la Cordillera de los Andes y se ubicaron en esta ciudad, desde la cual despegaron a las ocho y cuarenta minutos de la mañana rumbo al sur, donde López fue entregado por un comando insurgente.
Y en el mismo tenor que Jara, López pidió a Uribe que ponga en marcha un acuerdo humanitario para lograr el canje de los 22 efectivos retenidos por las FARC por rebeldes presos, y abogó por acabar con el odio y las polarizaciones que ha fomentado el conflicto armado interno.

López, el único del grupo de 12 diputados del departamento Valle del Cauca que sobrevivió a un confuso incidente, relató que sus compañeros de cautiverio fueron abatidos por los rebeldes, pero subrayó que no le guarda odio al grupo guerrillero. “Ellos jamás merecieron ser asesinados por las FARC el 18 de junio de 2007 a las once y media”.
En declaraciones a La Jornada, una vez concluida la última liberación, la senadora Córdoba dijo que está feliz, pero al mismo tiempo preocupada. “En la selva aún quedan 22 miembros de la fuerza pública y en las cárceles aún hay centenares de guerrilleros presos esperando por un canje. Le pido al gobierno del presidente Uribe que diga públicamente si está dispuesto o no a sentarse con la insurgencia para conseguir un acuerdo que ponga fin a tantos años de sufrimiento de parte y parte”, dijo la senadora, al tiempo que agradeció el apoyo del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.
Horas antes, la legisladora entregó una carta para el líder rebelde Jorge Briceño, Mono Jojoy, en la que le solicitó “ayudar en la discusión que ellos tienen en la organización para empujar más liberación”.
Córdoba recibió otra misiva del máximo comandante de las FARC, Alfonso Cano.
*Periodista, miembro del grupo Colombianos por la Paz

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